Una
polilla blanca ha amanecido esta mañana ahogada en el bebedero de mis
perras.
Desde
que mi perro Dalí se fue tengo la idea (tonta) de que estos insectos son una reencarnación
de los animales con los que he tenido la
alegría de convivir, primero el macho, Dalí,
luego mi hermosa perra Greta, y que de esta manera
se acercan hasta nosotras para acompañarnos y darnos energía. ¡Que
manera tan caprichosa de dulcificar y engañar al dolor!
Cuando
he visto a la polilla en el agua he pensado en mi perra Gilda y en lo malita
que se ha puesto pareciéndome un
presagio de que ella pronto se va a ir con Dalí y Greta.
Creo
que todas las personas que compartimos
nuestra vida con mascotas a las que amamos tenemos que aprender una lección y
asumirla desde el principio: ellas enferman, sufren, y un mal día se van a ir. Hemos de saber que ese
día sentiremos un vacío inmenso, y una
gran tristeza . Por eso creo que el aprendizaje más importante que hay que
hacer en esos momentos es el de la entereza y el valor para dejarlas ir si su
ciclo se ha terminado.
¡Ay mi
Gildina preciosa!, el tiempo que estés todavía con nosotras espero que lo vivas en paz y de la mejor forma posible para
ti y no queremos equivocarnos. Por favor avísanos cuando te quieras ir con los
demás a ese lugar adónde os vais los maravillosos
animales que tanto nos dais de forma tan generosa e incondicional.
¡Cuánto,
cuánto te quiero!