jueves, 30 de agosto de 2012

UNA POLILLA BLANCA


Una polilla blanca ha amanecido esta mañana ahogada en el bebedero de mis perras. 
Desde que mi perro Dalí se fue tengo la idea (tonta) de que estos insectos son una reencarnación de los  animales con los que he tenido la alegría de  convivir, primero el macho,  Dalí,  luego mi hermosa  perra Greta,  y que  de esta manera  se acercan hasta nosotras para acompañarnos y darnos energía. ¡Que manera tan caprichosa de dulcificar y engañar al dolor!
Cuando he visto a la polilla en el agua he pensado en mi perra Gilda y en lo malita que se ha puesto pareciéndome  un presagio de que ella pronto se va a ir con Dalí y Greta.
Creo que  todas las personas que compartimos nuestra vida con mascotas a las que amamos tenemos que aprender una lección y asumirla desde el principio: ellas enferman, sufren, y  un mal día se van a ir. Hemos de saber que ese día sentiremos un vacío inmenso,  y una gran tristeza . Por eso creo que el aprendizaje más importante que hay que hacer en esos momentos es el de la entereza y el valor para dejarlas ir si su ciclo se ha terminado. 
¡Ay mi Gildina preciosa!, el tiempo que estés todavía con nosotras espero que lo  vivas en paz y de la mejor forma posible para  ti y no queremos equivocarnos.  Por favor avísanos cuando te quieras ir con los demás a ese lugar adónde os vais  los maravillosos animales que tanto nos dais de forma tan generosa e incondicional.
¡Cuánto, cuánto te quiero!

5 comentarios:

Mármara dijo...

Lo de sorber el café y las lágrimas, a la vez, no te creas, resulta dificultoso.
Sin embargo, para tu consuelo, aunque la idea de la polilla es muy guapa, te diré que, según cierta filosofía, que me encanta creerme, la raza canina, una de las más evolucionadas, es el paso anterior a la humanidad, es decir, reencarnan en humano. En realidad, dice esta filosofía, son seres no nacidos de la propia familia, que escogen un animal peludo, noble, bueno, fiel, leal y puro amor, para estar cerca de la familia a la que no pudieron llegar, porque no era su tiempo.
Cuando me enteré, le pregunté a Bilbo y a Tiza quiénes eran, entre mis cuatro hermanos no nacidos. Tiza, reservada como es ella, aún no me ha respondido, pero Bilbo me contestó, de inmediato, "soy el quinto".

Adela dijo...

¡Gracias Mármara! yo también quiero creer en estas filosofías en estos momentos, me aferro a ello y siento algo parecido al consuelo. Nuestras mascotas llegan a conquistar el entorno en el que viven y las percibimos del mismo modo que a las personas a las que queremos. Son seres ¡tan especiales!, ¡nos demuestran tanto amor!, ¡tanto!, que al recordarlas sentimos crecer y crecer el nuestro en un sinfín de imágenes y experiencias compartidas. De ahí, del recuerdo es de dónde nunca se van. Un beso y espero que ¡hasta pronto!

Anónimo dijo...

Muy bonito Adela, transmites mucha ternura y amor.
Me gusta tu explicación de la polilla...
Como me dijo Lucía cuando murió mi madre" mamá no te preocupes porque la yaya está con Gala" y sí, ciertamente, así es como me lo imagino, a mi madre con mi gatina en su regazo, ronroneando.
Un beso muy, muy fuerte. Ánimo.
Belén

Adela dijo...

¡Gracias Belén!. A veces yo también me imagino a todas las mascotas que se nos fueron juntas en pandilla brincando, haciendo fiestas, comiendo todo lo que quieren..., en un lugar en el que no existe el dolor. Un beso cuñada. Os quiero

Begoña dijo...

Ya se cerró el ciclo, ha sido duro, muy duro y difícil, porque estas decisiones te ponen al borde de ti misma. La cobardía de tomar decisiones que tememos anticipadas solo se supera pensando en el dolor que supone haberlas tomado demasiado tarde. Tenemos bonitos recuerdos y cariño suficiente